Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

sábado, 31 de diciembre de 2011

SE ACABA EL MUNDO (OTRA VEZ ...)


Se acaba el mundo

estoy desnudo y con resaca,

tengo la barba de una semana

y el pelo es estropajo.

La verdad es que no estoy

muy presentable.


Ya hace tiempo

que no hablo

que me aíslo

que no uso el reloj.


Se acaba el mundo

mientras en la taza del baño

suelto mis entrañas.


Algunos locos profetas fallaron

los mayas casi lo consiguen

y Newton dice que en el 2060,

yo digo...

¡Chinguen a su madre!


lunes, 19 de diciembre de 2011

MAGIA SEXUAL



Una pregunta rondaba en su cabeza: ¿Cuántas veces la podría coger en un día? ¿10? ¿6? ¿9?... veces... 10... 6... 9... 10... 6... 9. Los números se repitieron en su mente hasta convertirse en un ácido blando que amenazaba con eclipsar la razón, y de pronto se dio cuenta que estaba desnudo en algún lugar perdido. O más bien no recordaba cómo había llegado hasta allí, sentado en el centro de una cochambrosa pieza, iluminada por una bombilla amarillenta colgado de un cable manchado de gotas de pintura. ¿Había sido algo que había tomado? Su boca tenía un regusto amargo y fuerte, y la lengua medio paralizada. ¿O quizás había sido obligado a ello?. Las dimensiones se alargaban o encogían a la medida de uno, al igual que la terrible erección de su verga venada. La rodeó con los dedos, la sintió caliente y un tufo a semen dilató los agujeros de su nariz. Luego, se la meneó hacia arriba y abajo, despacio, hasta que observó en una esquina una sombra que no encajaba con el lugar, y más cuando se movió, proyectando hacia él su figura y los ojos de fuego ambarinos.

Casi sin que tuviera tiempo a reaccionar, aquella criatura se había acercado hasta donde estaba sentado. El fuerte olor a animal le recordó al de una cabra y se excitó al palpar lo que tenía delante. Notó el cuerpo mullido y suave aunque no tenía una clara visión, pues parecía un animal y otras el cuerpo de una hembra. Y aquello lo tocó y se sintió extraño, entre arañazos y caricias. Luego, distinguió dos cuernos puntiagudos y sin tiempo a reaccionar, las bañas bajaron y se clavaron en su pecho. Un dolor flamígero recorrió todos sus nervios e intentó chillar, pero estaba mudo. Intentó agarrar los cuernos para sacárselos pero, estos se retorcieron buscando su corazón hasta que las puntas lo pincharon...


Había vomitado, estaba agachado, retorciéndose. Tenía mucha calor y los ojos vidriosos. No podía concebir ni un pensamiento con claridad. El tiempo era algo ajeno. Percibió su desnudez y se quedó desorientado, pero estaba en una pieza no muy grande y cuadrada. Una bombilla amarillenta colgaba de un cable en el centro... empezó a parpadear y la luz se tornó débil. Algo estaba allí a su lado y tuvo una erección espontánea a pesar de la extraña resaca que tenía. Tenía ganas de coger. Coger lo que fuera, coger hasta secarse. Se tumbó en el suelo y dejó que la bestia se pusiera encima, entre la turbiedad de la luz vio una cadera huesuda que tenía dos rajas. El cuerpo bajó y una de aquellas vaginas se introdujo de golpe en su duro miembro, notó dolor y quizás gotas de sangre salir del glande. Después, los movimientos de subida y bajada fueron tan fuertes que él, sintió que sus huesos golpeaban contra el suelo mientras notaba aquel coño despedir calor infernal. Pero apesar de todo, le gustaba mucho. Y cuando ya estaba disfrutando, la vagina salió de su verga y el éxtasis cambio de súbito por dolor. Pero fueron instantes, porque la segunda raja tomó el relevo introduciendo su hinchado miembro dentro. Y ésta, despedía frío. Pero él no quería que se saliera, y sujetó el cuerpo que tenía encima con fuerza. Quería correrse y no la iba a soltar. Notó como el coño se introducía violentamente hasta chocar con sus huevos, intentando reventarlos y él no podía parar. Tiró con más fuerza el cuerpo hacia el suyo, empalándose, y le clavó los dedos, notando una sensación mullida. Ya no podía aguantar, de nuevo la raja intentó salirse de dentro de él pero no la dejó y soltó un chorro de semen que inundó la vagina hasta que se quedó vacío. Después de aquel momento de éxtasis, abrió bien los ojos. El rostro caprino le miró, él sintió pánico e intentó apartarse. Aquello abrió la boca y una lengua viscosa se alargó hasta sus labios y él los cerró con fuerza, inútilmente. Fueron abiertos con violencia y la notó húmeda entrar hasta su garganta, lo cual le produzco arcadas y se orinó encima mientras le faltaba la respiración. Sintió ahogarse en una especie de líquido primero, para salir de golpe de él y aspirar una bocanada con ansia, a continuación. No supo si había perdido el conocimiento, pero al recuperarse sintió como algo lamía sus cojones y se ponían duros. Empezó a temblar, esperando que aquello le chupara el pene y la excitación regresó con un deseo enjaulado. Sus manos agarraron dos cosas duras, con tacto como de hueso, y tiró de ellas para atraer la cabeza a su verga. Con su ayuda, hizo movimientos violentos, follándose la boca y cuando estaba apunto de correrse, se dio cuenta que eran dos cuernos Sacó la polla de dentro, aturdido, y la leche se derramó por el suelo. En las paredes de la pieza había símbolos que parecían manchas y dibujos rojizos en forma de estrellas. Se acercó a ellos, ahora que los podía ver, y pasó una mano por los signos. Sus dedos se impregnaron de los restos y luego se los llevó a la boca con un regusto a excrementos y sangre. Luego, se agachó en el suelo, en el lugar en el había eyaculado y probó su semen. El tiempo se dislocaba.

Abrió la puerta y salió de allí. Fuera el mundo agonizaba y se acababa. Hacía mucho calor. El aire se combaba en ondas y había humo negro. Aquello le puso cachondo de nuevo, era la eternidad de la libido. Las ansias de follar se descontrolaban y por su boca salían babas. De nuevo buscó algo y sin saber de dónde había salido, montó un culo por detrás. La penetración anal le excitó tanto que la verga se le hinchó a lo bruto y se corrió en apenas unos cuantos movimientos. Pero no estaba en ningún otro lugar, estaba en la pieza. El ser caprino estaba delante, levantado, mostrando sus tetas erectas con las areolas oscuras y su miembro empalmado entre las piernas. Agarró con una mano uno de lo pechos y con la otra el falo, y al tiempo que le hacía una paja hacia círculos en el pezón. Luego dejó la teta y se masturbó a la vez, igualando el ritmo, y sintió como su mano se mojaba mientras se corría manchando de blanco el bello de la criatura. Aquello lo dejó hecho polvo y con cabeza apunto de estallar, en la sien tenía un mazo y un regusto a sangre en las encías. Se sintió morir, pero quería volver a penetrar a aquello. Deseaba atravesar a la criatura de parte a parte, reventarla, agujerearla. Dio golpes con los brazos a su alrededor, girando hacia un lado y hacia otro. Las ansias de cogerla le cegaron y cayó en el suelo. Allí, le esperaba con las piernas abiertas y enseguida se metió entre las caderas, apretando con sus manos la mullidas caderas y metiendo el pene en el agujero. Luego, se arqueó ayudándose con los brazos y con el culo empujó produciendo ecos de carne. Él fijó sus ojos en la cabeza de cabra que tenía debajo mientras embestía, y las cuencas ambarinos de la criatura se llenaron de llamas. Y las flamas estaban quemando sus piernas llegando hasta dentro los huesos, pero él continuaba follándosela, al tiempo que notaba unas uñas clavarse en su espalda. Notaba el orgasmo llegar por sus venas, apesar del olor de su carne quemada atufándole. Estaba a punto de correrse y el pelo se le quemaba, ya no podía aguantar más y mientras atravesaba por entero el coño de la criatura hasta salir por detrás, su cuerpo se consumió.

Las cenizas humeaban, calientes recargando el aire de un extraño olor. Y aún así, él continuaba con ganas de cogerla. ¿Cuántas veces se la follaría en un día? Aquella pregunta rondaba por lo que era ahora su mente, un amasijo de ideas colectivas que daban vueltas en suspensión y que tenían el mismo ansia. Y tal era, que aquel nuevo ente tomó una pequeña conciencia que se concentró en un falo. Una nueva verga creada con venas y carne de lo que flotaba, capaz de follarse al mismo universo.