El dragón me dice que estoy acabado
la suciedad es argamasa constante,
¡ah niños quemados de la espiral nuclear! ¿Dónde estaréis?
Vuestros cuerpos carbonizados
yacen en algún lugar de la luna negra,
y en la misa de tu propia mandíbula dices:
no creo en dios, creo en dios
no creo que crea que creo que no crea
te quiero, no te quiero
aparezco y desparezco
mis niños tienen luz y los tuyos obtienen sombra
los míos ríen, los tuyos lloran,
¿cómo voy a decirte que soy poeta?
Si ni siquiera sabes quién soy y yo te desconozco
así que cada nuevo día no hay nada y lo hay todo...
niños que mueren en un charco de ilusiones
pequeños cuerpos que se doblan bajo el yunque
risas perdidas en algún pozo
rastros de agonía en un desierto de enfermedades
¡La muerte es una mala niñera! ¡Y yo pésimo trovador!
Muero... muero... escribiendo...
cómo un kamikaze hacia el pestilente sol
cómo una katana sin demasiado aprecio por mi cabeza
¿Adónde va mi espinazo a soñar?
Y al pensar que despierto te entrego corazón en mano
puesto que en el agujero sobrante está el granito lunar
de todos y cada uno de las esperanzas de esta espiral,
¡Ah niños de la eternidad!
Puede que la suerte esté echada
pero yo os doy derecho a que crezcáis aquí,
en este búnker de la mente.
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