Un
pequeño cuento en la cama caliente cuando es noche de invierno. La
reina hechizada del castillo blanco por la malvada bruja de nariz
verrugosa y palo de escoba. Paladín de la justicia contra la maldad
su enorme corazón bondadoso y valiente a la bruja ha de matar. Mas
ella le engaña confundiéndole. Ella se transforma en la princesa y
lo engaña con sus artimañas nefastas. Lengua de víbora y cola de
rata. ¡Abracadabra! El valiente héroe cae en una jaula de acero. Y
allí está agarrando los barrotes con sus manos impotente y apenado.
Bruja-héroe-princesa se montan un trío borrachos. Es mucho mejor
divertido. Ohooooo. Y bailar con el culo al aire. El niño le dijo
algo y ella (por decir algo) lo contempló. Miró. Oteó. Avizoró de
entre nieblas condensadas. Los niños qué paciencia cosa que a ella
le sobraba como a una araña viuda. La señora XIII traqueteó. El
gato ya había salido de los muros divisorios del antiguo cementerio
frontera de vivos y muertos más allá de una luna plateada de
plenilunio y de mareas y de esquizofrenias. Nubecilla resbaladiza
entre piedras monolíticas de conversaciones duras como ellas mismas.
Manitas agarradas a las suyas huesudas. Aquellos juegos en la calle
durante todo el día con toda la chiquillería. ¡A la una la mula!
Un camino hacia otro y otra curva hacia otra de empedrado desgastado.
De cantos rodados de playas solitarias en las que el mar silbaba
horizonte ferroso para la melancolía de gaviotas y de esfinges. El
Señor Cementerio y la Señora Muerte se entendían digamos que
bastante bien. Algunas veces hablaban de metafísica y de álgebra y
de teología y de historia. Conversación polvorienta y milenaria. La
época de las cavernas y del fuego cuando todo era joven. Chamanes y
brujos de dibujos encriptados se postraban ante ellos con reverencias
y ofrendas. Tributos del culto. Conversación elipsis. Le pidió que
le contara algún cuento éraseunavez. Pero los cuentos se le habían
acabado ya. Un buen paseo. Se giró y estuvo caminado pesadamente por
las hileras de nichos húmedos. La belleza del laberinto.
Escalofríos. Una terraza de un bar con una copita y unas tapas en el
estío. Sentada. Gente calle arriba y gente calle abajo. Una cerveza
burbujeante ligeramente tostada y suave al paladar frente al paseo de
las almas solitarias a pesar de la muchedumbre. Un brindis y otro
más. Una terraza desde la que contar el recuento de las almas. Otra
cerveza por la gente alzando la copa de plata por todos y cada uno
de ellos. Pisadas-hueco al girar hacia la parte de las tumbas más
antiguas antiguas. Lápidas contiguas y contiguas en el suelo
pedregoso pedregoso. El cura vierte unas gotas de agua santa sobre el
barnizado ataúd marrón marrón. Mas allá el reino de las lágrimas
valle del dolor dolor . Y se tiene que cerrar. La Señora por fin
llega a donde tenía que llegar. Apoyada junto a una tumba estaba su
guadaña guadaña. Tan reluciente y nueva como el primer día si es
que lo hubo. Sus manos esqueléticas la volvieron a empuñar de
nuevo. Graznidos y bufidos y serpenteos. El Señor Cementerio con sus
ojos de muro la volvieron a contemplar con orgullo en todo su
esplendor abismal. Anubis intentó guiñar un ojo o los dos y quién
sabe. ¡Qué bonita y reluciente es! ¡Con su filo perfecto y su
curvatura perfecta! En una terraza tras la decimotercera cerveza vio
las cartas echadas con sus guantes de cuero mientras pasaban unas
chicas góticas adoradoras de la muerte comercial. Día de pájaros
planeadores. La guadaña fue un remolino de aire cortado. Remiauuuu.
Un día de calma plomiza de ceniza de virutas de meras de brindis de
Grial de porcentajes bursátiles de pompas de lutos de predicadores
locos de recordatorios de tacos de jamón
enlanecropolisciudadanahormigón de orgasmos de divinidades a 1 euro
y cuerpos de 50 céntimos de estampitas de cocaína. El caballero
salvador volvió a caer en la trampa de la pérfida bruja. Rebufó
re-signado. Sus signos eran leones furiosos y la música electrónica
se disparó en la sala en la que estaba enjaulado.
Ronaldo
Ronaldo
Volviste
a ser apresado
Ella,
la princesadecuento, le cantaba bailando en olas de carne de cintura.
La princesa lloraba con un pañuelo en la mano y La Muerte en la
barra con el cotarro.
Ronaldo:
¡Juliana,
Juliana, a vos quiero la más hermosa princesa de todas las
princesas!
Y
este era un cuento cerrado. Un libro de ¡plaf! Una legión gatuna
maullaba por entre los pies de una muerte algo perra algo niñera.
Pequeña Muerte y La Muerte en algún lugar discutiendo sobre el
hacer caso. Hay mucha basura por aquel lugar explicaba a los demás
de la camada sobre un antiguo dolmen bajo una antigua luna
hambrienta. Perfecto. Comida gratis por la cara para el pueblo
famélico del olvido a propósito del telón de fondo profundo hondo
hediondo. Un baile de mascaras sin máscara para La Gran Muerte de
alcohol o de agua de fuego. Ella camina enlutada con tacones largos
sandalias deportivas botas de montaña. El niño a saltitos la sigue
alegre. Ronaldo y Juliana se cargan a la bruja de la verruga con
pelos de punta. Los ojos de la noche miran.
Bruja
Verrugosa:
¡Coño!
Gato:
¡Joder!
Niño:
¡Córcholis!
Muerte:
¡Mierda!
Rolando-Juliana
son ya un ser andrógino poliédrico y juegan al quién es quién.
Jugar es divertido. La letra no es divertida es dolorosa. Conocen
muchos soles. Lleva un caduceo que no es caduco como una jeringuilla
venenosa. Moho. Se le olvidó andróginamente el pagar el impuesto
del aire respirado y así que tiene que ir a pagar a la oficina de
recaudación de impuestos. El cartero le tenía manía. Ese cartero
putero. Con tacones de charol rosados pasa por la cera ósea
contoneándose con las manos en la cintura. Se pregunta por qué el
cielo es azul y los impuestos suben tanto. Alcalde no los suba en
balde. ¡Hostias! Con perdón y ostras y vieiras y zamburiñas y
tellinas. El señor Alcalde es un gran señor porque nadie lo ha
visto tan solo su manifestación electrónica es visible para los
digimortales mortales. Por el paseo de los plátanos por el paseo de
los álamos sigue la vía dando una pirueta de danza por el aire.
Algún eunuco le dice que lleva un bonito bolso. Piruetas.
Piropiropiroetas. Saltos santorum. Las tiendas de los tiralíneas de
carne están abiertas open öffnen.
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