Esta niebla espesa
envuelta en la luz broncínea
de las alargadas farolas espectrales
se abate como un reino de susurros
entre la calma pactada de un ocaso muy rápido
para todos los sentidos que se diseminan
hacia monolíticas tierras de recuerdos,
sueños... sueños... sueños...
Sueños de torreones que se alzan
que se derrocan,
con un chasquido de dedo descarnado,
¡monólogo de sombras!
Sonrisas no devueltas.
2
¡Ahí estaban los campos bajo el sol leonado
con aromas de espliego y romero!
¡Ahí estabas tú! Urraca indómita
portadora de la yesca
que iba a incendiar la madera dura e impasible
de unos versos que escapaban hacia el influjo lunar,
bésame con labios rígidos de peltre,
¡y sueña mi querido niña incógnita!
3
¡Oh, Hilmarnok la grande!
El constructor no acabó por levantarte,
tus líneas quedaron envueltas en la memoria
de las encrucijadas polvorientas,
surgen preguntas a la ventisca
escapan respuestas difusas,
se ve tu fantasmagórico reflejo al alba
y la soledad es un machete de cuestiones...
Cómo siempre, manos asoladas
para ofrecer gestos de plomo.
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