La abandonada
no es dura ni fuerte,
es quizás la desterrada de la última parada
y
quizás seas tú,
abandonada
de golpe en algún lugar
donde conversan los alacranes
quizás pueda tener sueños vaporosos
y
a lo mejor
una conversación con el eco
que rebota entre el cuarzo rojizo
de los mares de arena,
la abandonada
no ríe ni llora,
ni siquiera nadie la conoce
pues su sombra va siempre por delante
y los gatos negros
encrespan su lomo al contemplarla,
¡Cómo te quiero y no te encuentro!
Quizás un rastro entre las letras ácidas de la vigilia
o a lo mejor una huella de suicidio,
la abandonada no espera
ni se marcha
y puede que en esta luz
haya más oscuridad que en el beso
que pueda imnaginar en tus labios.
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