Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

sábado, 25 de enero de 2014

TRANS II

Un pequeño cuento en la cama caliente cuando es noche de invierno. La reina hechizada del castillo blanco por la malvada bruja de nariz verrugosa y palo de escoba. Paladín de la justicia contra la maldad su enorme corazón bondadoso y valiente a la bruja ha de matar. Mas ella le engaña confundiéndole. Ella se transforma en la princesa y lo engaña con sus artimañas nefastas. Lengua de víbora y cola de rata. ¡Abracadabra! El valiente héroe cae en una jaula de acero. Y allí está agarrando los barrotes con sus manos impotente y apenado. Bruja-héroe-princesa se montan un trío borrachos. Es mucho mejor divertido. Ohooooo. Y bailar con el culo al aire. El niño le dijo algo y ella (por decir algo) lo contempló. Miró. Oteó. Avizoró de entre nieblas condensadas. Los niños qué paciencia cosa que a ella le sobraba como a una araña viuda. La señora XIII traqueteó. El gato ya había salido de los muros divisorios del antiguo cementerio frontera de vivos y muertos más allá de una luna plateada de plenilunio y de mareas y de esquizofrenias. Nubecilla resbaladiza entre piedras monolíticas de conversaciones duras como ellas mismas. Manitas agarradas a las suyas huesudas. Aquellos juegos en la calle durante todo el día con toda la chiquillería. ¡A la una la mula! Un camino hacia otro y otra curva hacia otra de empedrado desgastado. De cantos rodados de playas solitarias en las que el mar silbaba horizonte ferroso para la melancolía de gaviotas y de esfinges. El Señor Cementerio y la Señora Muerte se entendían digamos que bastante bien. Algunas veces hablaban de metafísica y de álgebra y de teología y de historia. Conversación polvorienta y milenaria. La época de las cavernas y del fuego cuando todo era joven. Chamanes y brujos de dibujos encriptados se postraban ante ellos con reverencias y ofrendas. Tributos del culto. Conversación elipsis. Le pidió que le contara algún cuento éraseunavez. Pero los cuentos se le habían acabado ya. Un buen paseo. Se giró y estuvo caminado pesadamente por las hileras de nichos húmedos. La belleza del laberinto. Escalofríos. Una terraza de un bar con una copita y unas tapas en el estío. Sentada. Gente calle arriba y gente calle abajo. Una cerveza burbujeante ligeramente tostada y suave al paladar frente al paseo de las almas solitarias a pesar de la muchedumbre. Un brindis y otro más. Una terraza desde la que contar el recuento de las almas. Otra cerveza por la gente alzando la copa de plata por todos y cada uno de ellos. Pisadas-hueco al girar hacia la parte de las tumbas más antiguas antiguas. Lápidas contiguas y contiguas en el suelo pedregoso pedregoso. El cura vierte unas gotas de agua santa sobre el barnizado ataúd marrón marrón. Mas allá el reino de las lágrimas valle del dolor dolor . Y se tiene que cerrar. La Señora por fin llega a donde tenía que llegar. Apoyada junto a una tumba estaba su guadaña guadaña. Tan reluciente y nueva como el primer día si es que lo hubo. Sus manos esqueléticas la volvieron a empuñar de nuevo. Graznidos y bufidos y serpenteos. El Señor Cementerio con sus ojos de muro la volvieron a contemplar con orgullo en todo su esplendor abismal. Anubis intentó guiñar un ojo o los dos y quién sabe. ¡Qué bonita y reluciente es! ¡Con su filo perfecto y su curvatura perfecta! En una terraza tras la decimotercera cerveza vio las cartas echadas con sus guantes de cuero mientras pasaban unas chicas góticas adoradoras de la muerte comercial. Día de pájaros planeadores. La guadaña fue un remolino de aire cortado. Remiauuuu. Un día de calma plomiza de ceniza de virutas de meras de brindis de Grial de porcentajes bursátiles de pompas de lutos de predicadores locos de recordatorios de tacos de jamón enlanecropolisciudadanahormigón de orgasmos de divinidades a 1 euro y cuerpos de 50 céntimos de estampitas de cocaína. El caballero salvador volvió a caer en la trampa de la pérfida bruja. Rebufó re-signado. Sus signos eran leones furiosos y la música electrónica se disparó en la sala en la que estaba enjaulado.
Ronaldo Ronaldo
Volviste a ser apresado
Ella, la princesadecuento, le cantaba bailando en olas de carne de cintura. La princesa lloraba con un pañuelo en la mano y La Muerte en la barra con el cotarro.
Ronaldo: ¡Juliana, Juliana, a vos quiero la más hermosa princesa de todas las princesas!
Y este era un cuento cerrado. Un libro de ¡plaf! Una legión gatuna maullaba por entre los pies de una muerte algo perra algo niñera. Pequeña Muerte y La Muerte en algún lugar discutiendo sobre el hacer caso. Hay mucha basura por aquel lugar explicaba a los demás de la camada sobre un antiguo dolmen bajo una antigua luna hambrienta. Perfecto. Comida gratis por la cara para el pueblo famélico del olvido a propósito del telón de fondo profundo hondo hediondo. Un baile de mascaras sin máscara para La Gran Muerte de alcohol o de agua de fuego. Ella camina enlutada con tacones largos sandalias deportivas botas de montaña. El niño a saltitos la sigue alegre. Ronaldo y Juliana se cargan a la bruja de la verruga con pelos de punta. Los ojos de la noche miran.
Bruja Verrugosa: ¡Coño!
Gato: ¡Joder!
Niño: ¡Córcholis!
Muerte: ¡Mierda!

Rolando-Juliana son ya un ser andrógino poliédrico y juegan al quién es quién. Jugar es divertido. La letra no es divertida es dolorosa. Conocen muchos soles. Lleva un caduceo que no es caduco como una jeringuilla venenosa. Moho. Se le olvidó andróginamente el pagar el impuesto del aire respirado y así que tiene que ir a pagar a la oficina de recaudación de impuestos. El cartero le tenía manía. Ese cartero putero. Con tacones de charol rosados pasa por la cera ósea contoneándose con las manos en la cintura. Se pregunta por qué el cielo es azul y los impuestos suben tanto. Alcalde no los suba en balde. ¡Hostias! Con perdón y ostras y vieiras y zamburiñas y tellinas. El señor Alcalde es un gran señor porque nadie lo ha visto tan solo su manifestación electrónica es visible para los digimortales mortales. Por el paseo de los plátanos por el paseo de los álamos sigue la vía dando una pirueta de danza por el aire. Algún eunuco le dice que lleva un bonito bolso. Piruetas. Piropiropiroetas. Saltos santorum. Las tiendas de los tiralíneas de carne están abiertas open öffnen.

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