Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

lunes, 16 de enero de 2012

NIÑOS QUEMADOS DE LA ESPIRAL NUCLEAR


El dragón me dice que estoy acabado

la suciedad es argamasa constante,

¡ah niños quemados de la espiral nuclear! ¿Dónde estaréis?

Vuestros cuerpos carbonizados

yacen en algún lugar de la luna negra,

y en la misa de tu propia mandíbula dices:

no creo en dios, creo en dios

no creo que crea que creo que no crea

te quiero, no te quiero

aparezco y desparezco

mis niños tienen luz y los tuyos obtienen sombra

los míos ríen, los tuyos lloran,

¿cómo voy a decirte que soy poeta?

Si ni siquiera sabes quién soy y yo te desconozco

así que cada nuevo día no hay nada y lo hay todo...

niños que mueren en un charco de ilusiones

pequeños cuerpos que se doblan bajo el yunque

risas perdidas en algún pozo

rastros de agonía en un desierto de enfermedades

¡La muerte es una mala niñera! ¡Y yo pésimo trovador!


Muero... muero... escribiendo...

cómo un kamikaze hacia el pestilente sol

cómo una katana sin demasiado aprecio por mi cabeza

¿Adónde va mi espinazo a soñar?

Y al pensar que despierto te entrego corazón en mano

puesto que en el agujero sobrante está el granito lunar

de todos y cada uno de las esperanzas de esta espiral,

¡Ah niños de la eternidad!

Puede que la suerte esté echada

pero yo os doy derecho a que crezcáis aquí,

en este búnker de la mente.

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