Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

jueves, 9 de febrero de 2012

ALEJADO DEL SOL



Esta noche

quizás me haga más fuerte

o

quizás más débil,

es una elección de filo lunar

en la que muerdo toda palabra

con regusto a sacrificio...


Amor nocturno, senos pálidos

que se clavan y se hunden

en las raíces de la subterránea mascarada

allá donde el terco corazón se empeña

en seguir bombeando un minuto más,

un minuto más un minuto más...


Y yo... y quizás todos... los demás...

aceptamos este abismo perfecto de gomosidad

cegados por el palpo amorfo,

¡Tanteando puede que miserias!

Pero en estos estratos de desolación

hay lenguas que te pueden descubrir o te pueden encontrar,

quizás uñas que busquen con rencor o éxtasis tus gotas

a lo mejor... besos hambrientos que quieran

las venas del cuello

o

destellos de acero que busquen furiosos

traspasar las partes blandas de tu sexo.


Amor nocturno, lecho metamorfo

en el que te balanceas y crujes,

marañas azabaches que ahogan la garganta

que extraen los glóbulos oculares incendiados

y las cenizas de penes y vaginas...

de ti, noctámbulo rondador, depende.

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