
Me gusta el mal
como una copa empozoñada
servida por el último dragón del vicio
y que amorata los labios.
Las huestes siniestras cruzan
el río frío de los sueños muertos,
¡brindo por ellas! ¡No tienen destino!
Y yo he agotado la última gota de todo esto,
amarga y rápida
como los rostros sin exprexión de los vencidos.
Los zopilotes se alejan espantados
la luna está infectada de negror
la maldad se acondiciona poco a poco
como asfalto para disecar los cuerpos
de los incautos que cruzan deslumbrados,
¿es esto lo que buscabas?
Quizas sí o quizás no...
porque siempre me encuentra a mí.
Muy bueno. Hacés poesía con temas que muy pocos se atreven. Admiro tu valentía. Y asumo que todos tenemos una parte a la que le gusta el mal, aunque lo neguemos a rajatabla.
ResponderEliminarSon estados, mi querida amiga.
ResponderEliminar