Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

viernes, 30 de marzo de 2012

EL PUBIS DE LO CONGELADO



Esos dientes abren el pubis de lo congelado
para morder todo el pasado inanimado
que se había quedado en el propio verano desarticulado,
manos desconocidas proporcionan extrañas caricias
las verdades se tornan alquitrán a la sombra
de las nacaradas estatuas venusinas,
definitivamente ese museo no es su lugar.

Un espejo, imagen o reflejo,
el árbol sin hojas proporciona reposo para él
y besos al límite del filo para ella,
el gato lunar quiere maullar
y el vate loco le concede su deseo,
con un chasquido de dedos abre el caos.

Un millón de hambrientos...
ese es un sueño como un túnel,
expoliadores de cuerpos
se los llevan como ruinas
a las puertas de la hipócritas factorías,
dos millones de hambrientos...

Y de la Y,
el poema se cuece a fuego lento
para que los ojos dejen ser los de una langosta,
abre este sello y....
los ángeles enseñan la lengua
los demonios enseñan el culo,
y...
el día va a oscurecer
metido a través del bostezo
que lleva a la garganta del aburrimiento por referencia,
y qué... y...
las palomas serán siempre blancas
los murciélagos demasiados negros.

Hoy llega hasta aquí;
donde la palabra se confunde en una batalla
por querer salir de la idea,
estos lares arenosos son buenos para andar descalzo
y se busca querer lo que sea,
sea un fajo de efigies
sea un cielo de sexo barato
sea un poco de tiempo domesticado,
sea lo que sea
el sol no calienta demasiados
sino hay algo más que huesos.

Tampoco quería ser escritor
y el escritor tampoco quería ser él ni ella,
la poesía luchaba contra el mundo
con un manojo de letras para estanterías de polvo,
mañana será otro día para empezar una revolución.

La escalera de la gloria tiene dos amigas:
gula y corrupción,
una botella de ginebra para lanzar mal aliento
a la montaña rusa por la que se empuja
lo que se escribe y también lo que no,
algo se queda en la playa, balanceado por las aguas turbias,
subiendo y bajando...
sin saber muy bien donde quedarse.

Él va directo hacia el sol,
ella va directa hacia la sangre,
para los dos el mismo destino
la droga perfecta de un sueño a medida,
el loto negro crece más allá de los cráneos
el dragón rojo vuela perdido entre nubes incógnitas.














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