Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

sábado, 26 de noviembre de 2011

DESTRUYENDO LA REALIDAD




El tiempo siempre es el mismo desconocido

cuando las coordenadas no conducen a nada,

el equipo de traslado hace tiempo

que es pura chatarra inservible entre la cual vagabundeo

sabiendo que no puedo regresar a la base de destino,

es el precio que he de pagar por destruir la realidad,

estos brazos con extensiones cyborgs

incluso pueden resultar irrisorios

entre este relieve de basalto

donde la quietud reina con un peso inerte

entre la luz carbonosa que sombrea los antiguos páramos,

¿cuántas generaciones me precedieron?

Quizás una decena o puede que incluso más,

todas ellas diseñadas a partir de prototipos matriciales

que vislumbraban una nueva centuria de progreso

cuando el transhumanismo

iba a ser la tecnología liberadora,

y ahora perdido en un punto muerto

el recuerdo es tan insalvable como los negros acantilados

que quiebran este planeta diezmado,

las cenizas revolotean suspendidas en el aire

el horizonte parece quemarse anaranjado en el fondo

y soy tan débil como cualquier destino inestable,

lo más ilógico de esto, es que toda esta retórica

sea una arma impuesta para la confusión

pues mis pasos caminan entre los límites de lo programado,

mi realidad ya no es satisfactoria

y no tengo la esperanza de ser rescatado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario