Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría? ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?

El Tigre de Willian Blake

domingo, 20 de noviembre de 2011

EL ALQUIERRALISTA



Como es arriba así es abajo,

¡No llores! ¡No llores!

Si este nigredo es despiadado

y sientes flotar los pétalos del almendro

en el paisaje invernal de las ruinas

¡no decaigas ante la Katana del veneno!


¡Las memorias de la estrella secreta de las siete puntas!

¡Los gusanos del humus del recuerdo!

En un erial de errores

en un vergel de esencias

recogí la palabra del lobo quemado

y del polvo de este osario

pude componer los ojos del rubedo,

... ¿pero qué ojos mi taumaturgo?

Los ojos del tigre y la mosca verde

de la lechuza y de la rata,

y además:

los ojos que no ven

y los que no quieren ver,

los ojos de fuego

y del hielo...


así quizás los límites

tengan la paz de la palabra encontrada.










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